julio 31, 2024 - octubre 16, 2024

Belén López de Carlo | Una promesa incumplida

Hoy más que nunca, el mundo se nos representa como un fugaz laberinto de espejos, o más bien comoreflejos que al acercarnos se desvanecen en entidades fantasmagóricas. Una promesa incumplida pareciera sintetizar la infructuosa sensación de ese vacío y desconexión entre nuestras imágenes y nuestros afectos.

Hace un tiempo, compré un libro de alquimia taoísta en Parque Centenario que hablaba sobre el origen de las imágenes: “Allí donde la luz de la conciencia colapsa y delimita con los oscuros abismos del inconsciente, se encuentra la fuente generativa de la imaginación”. Por otro lado, Rudolf Steiner, en una línea similar, habla de los “Registros Akáshicos”, que serían algo así como unos archivos etéricos donde nuestras experiencias más significativas quedarían grabadas y suspendidas en el tiempo. A través de ciertos procedimientos, podríamos acceder a estos registros para develar el hilo dorado de nuestra existencia, allí donde subyacen las respuestas a nuestro devenir.

Es curioso como, muchas veces, las experiencias más trascendentes se resumen en nuestro interior como imágenes mínimas y casuales.

La brisa dulce que el extinto aleteo de una mariposa abandonó en tu mano.

Las flores que entre brillos de vidrio accidentado nos recuerdan la mirada de esa persona que una vez amamos.

Me gusta pensar a Belén como una pintora consteladora, que bucea en las profundidades de sus propias imágenes y con devoción las restituye y conjura. Belén maduró estas obras durante dos años con fervorosa entrega a dos variables que hoy parecen bastante escasas: una es el tiempo y, la otra, el saber. Pero sobre todo a la honestidad de la pintura que es, desde siempre, un medio para descubrir nuestro propio tesoro gradual y convertirse finalmente en la herramienta para descorrer nuestros velos ilusorios y, tal vez, llegar al fin a ese ojo misterioso que desde un corazón rosa fluorescente nos susurra “¡No busques más! ¡Vos sos la música de tu propio paisaje!”.

Para terminar, mis Registros Akáshicos me insisten (aunque yo no estoy de acuerdo) en dejar este fragmento de un poema de Rilke:

Porque es mucho estar aquí, y por que al parecer nos necesita todo lo de aquí, lo fugaz, de manera extraña nos concierne. A nosotros, los más fugaces. Todo una vez, solo una vez. Una vez y nada más. Y nosotros también una vez. Nunca otra. Pero este haber sido una vez, aunque sea una sola: haber sido terrenal, parece irrevocable.

Nahuel Vecino
Paternal, July 2024

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Elisa Lutteral

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