Por Tina Shan
El título fonético de la exposición de Cristina Camacho, /ˈvʌlvə/, parece capturar la vulva justo antes de solidificarse en un significante, renovando sus posibilidades de producción de significado.
“Cuando se corta el lienzo, se abren infinitas posibilidades,” dice la pintora colombiana Cristina Camacho, quien entrelaza patrones intrincados en lienzos apilados. Su actual exposición individual, /ˈvʌlvə/, en la Galería Praxis —la tercera desde que se graduó del programa de MFA de Columbia en 2015— evidencia un juego cada vez más audaz y magistral con la luz, la sombra, el color y la gravedad. En comparación con sus series anteriores, que se basan más en patrones abstractos y formas geométricas, /ˈvʌlvə/ florece con un sentido de narrativa y simbolismo. El lienzo parece tener vida propia, repleto del deseo de expresar algo que antes estaba ausente.
Para Camacho, este proyecto nació de un shock que se convirtió en una urgente necesidad de dar voz a una palabra que rara vez se pronuncia fuera de contextos médicos: vulva. “A los 30 años, aprendí que había estado llamando a una parte esencial de mi cuerpo, que define tanto, por el nombre incorrecto. Hay vulva, y luego está la vagina, que es solo el agujero.” Camacho gesticula con énfasis mientras hablamos, sentadas entre sus obras de arte. “La palabra ‘vagina’ proviene del latín que significa ‘vaina’, en la que se coloca la espada. Eso es todo: un lenguaje completamente dominado por hombres que habla sobre el sexo femenino como si fuera solo el agujero.”