Por Paula Guardia Bourdin
Luciana Pinchiero vive en Nueva York y viene de Rosario, Argentina. Es artista visual. Se mueve dentro del círculo del arte queer, un término que sirve para englobar identidades sexuales y de género que no se identifican con lo tradicional, y su obra versa sobre la belleza, sobre los cuerpos, sobre el poder.
Combina, reúne, mezcla, enfrenta recortes, imágenes, historias con el objetivo de generar fricción en nuestros modos de representar a la mujer. “Hago collage en papel y collage en el espacio –no lo llamo escultura–. El medio que elijo es político porque usa narrativas ajenas, en este caso visuales, para crear narrativas nuevas y propias. Eso es en sí mismo queer porque transforma una realidad dada para brindar una perspectiva diferente y lo que es en sí queer, es en sí político”.
Todas las palabras que enuncia son de alto voltaje. Armo un mapa conceptual en un papel y subrayo varias veces, escribo en mayúscula: PODER, POLÍTICA, BELLEZA, HISTORIA, OTREDAD, I-CO-NO-CLAS-TA PUNK. Habla de Bad Posture, la muestra que presentó en la galería Praxis, en Manhattan, en febrero.