Por Josefina Marcuzzi
La escultura central, titulada igual que la muestra, presenta una instalación de casi cinco metros por dos metros y medio, que alberga figuras recortadas de estatuas clásicas y modelos de vida. La obra reflexiona sobre la belleza clásica y la creación artística, desafiando la dicotomía entre ser adorado (como una deidad) y ser amado (ser humanamente querido).
En una comunicación por videollamada con Télam, la artista profundiza en el proceso creativo y personal que se sintetiza en esta muestra.
—Télam: “Bad Posture” es una exposición que conecta, o combina, el collage con lo queer. ¿Cómo se explica esta relación?
—Luciana Pinchiero: Esto es algo que vengo conversando con otros artistas queer hace ya un tiempo, obviamente no es un concepto que inventé yo. El collage no es el medio artístico más popular, evidentemente, pero tiene esto de construir desde una imagen que ya existe, que está dada y determinada. Se desglosa, se combina y se arma un nuevo discurso visual. Pienso esto en relación a mi vida heterosexual del pasado: tanta cosa que se da por hecho, que está dada y servida para la heteronormativad, y de pronto al ser queer tomás de ese material institucionalizado, porque es lo que está disponible, y armás tu propia idea de la identidad, de quien sos y de a dónde pertenecés. Tu propia narrativa y tu propia verdad.
Intrínsecamente el collage abarca problemáticas y políticas de autoría, porque se toman referencias visuales que hace un otre, y se crea un lenguaje propio. Con la pintura es distinto porque viene de un lugar de la imaginación cero; cuando usás imágenes que ya existen te amoldás a eso. Entonces lo queer es un grito propio pero también, inevitablemente, de amoldarse a lo que está predeterminado en la sociedad. Esto se puede ver en la historia del collage, que no se conoce mucho, que se vincula más con el surrealismo alemán. Hay mucho en esa obra que para mí es un grito de ‘necesito mi propia identidad, pero tengo todos estos elementos que me determinan un montón de cosas’.