Un banquete que nutre nuestras almas sin intoxicar las mentes.
La mesa es el escenario donde suceden proyectos, amores, deseos. El alimento, el símbolo: lo eMmero del encuentro se convierte en recuerdo inolvidable.
La técnica japonesa Nerikomi encarna el color, no lo pinta superficialmente. Cada capa de arcilla es memoria comprimida. Cada plato, cada flor muestra en su superficie un dibujo escultórico: nace de lo macizo, revela su secreto oculto en cada corte, en cada lámina, multiplicando la belleza.
En este gesto, la obra se vuelve democrática, menos solemne, menos sagrada. Este universo vegetal de barro pretende detener el tiempo, congelar la belleza, honrar la naturaleza.